El CIDICSEF organizó, con el auspicio de varias
instituciones de América Latina, una exitosa actividad vía zoom: HOMENAJE A DOS
MÁRTIRES CRIPTOJUDÍOS DE AMÉRICA. La misma fue dedicada a la evocación de dos
héroes olvidados: Francisco Maldonado de Silva (1592-1639) y Tomás Treviño de
Sobremonte (1592-1649). El primero fue recordado por el Dr. Mario Eduardo Cohen
(Argentina) y el segundo, por la Prof. Esther Mostovich de Cukierman (Uruguay).
En las ponencias se expusieron varios nuevos aportes, antes no conocidos.
Se encontraron notables paralelismos entre
ambos: los dos no tuvieron miedo en confesar su judaísmo ante la Inquisición,
aun sabiendo que esta confesión significaba la pena de muerte. Se autocircuncidaron
con el mismo riesgo. Ambos murieron
quemados vivos en sendos gigantescos Autos de Fe, de los más sangrientos de la
historia de la Inquisición americana.
FRANCISCO MALDONADO DE SILVA, EL PRIMER MARTIR
JUDÍO ARGENTINO
El Dr. Cohen consideró al tucumano Maldonado de
Silva un férreo defensor de su judaísmo. Lo hizo con más de 200 argumentos, en
15 disputas con los más doctos cristianos, durante 12 años que estuvo en las
cárceles de Lima. Fue uno de los pocos
que dejó escrito su pensamiento judaico y nos proporcionó consejos éticos para
todos los tiempos.
Explicó Cohen, que aunque parezca increíble,
Maldonado aprendió el judaísmo, entre otras fuentes, en un texto profundamente
antijudío. Se trató del Scrutinium Scripturarum, escrito en
latín dos siglos antes, por el rabino converso al cristianismo Pablo de Santa
María. De ese libro entresacó Maldonado los argumentos que le sirvieron en sus
disputas, situación que hubiera horrorizado a su autor.
Otras de las novedades expuestas fue la
cantidad de criptojudíos juzgados por los tres tribunales de Inquisición
americana. Hubo 683 causas (según el investigador Escobar Quevedo), con 54
condenados a la pena máxima en persona (entre ellos Maldonado y Treviño), y
116, “en efigie” (porque ya habían muerto o escapado). Una cifra bastante más
impresionante de la que se tenía en cuenta hasta la actualidad.
Otra curiosidad expuesta por Cohen fue la
novedad de que la esposa de Maldonado, Isabel Otrañez, que la bibliografía
consideraba como “cristiana vieja”, no sería ni de alcurnia ni criptojudía
(según el investigador Chuecas Saldías).
En síntesis, para el presidente del CIDICSEF, Maldonado
de Silva fue un gran luchador por la libertad de pensamiento, un hombre que
solitario luchó contra la más poderosa institución de la época.
Mario Eduardo Cohen propone que se lo honre
poniendo su nombre a un colegio, aula, biblioteca o calle de América Latina.
TOMÁS TREVIÑO DE SOBREMONTE, HÉROE DE LA
INQUISICIÓN DE MÉXICO
La profesora y escribana Mostovich de Cukierman
presentó la biografía de Tomás Treviño de Sobremonte.
Nació en 1592, cerca de VaIIadoIid. Cuando
tenía 20 años, la Inquisición empezó a investigar a su familia y Treviño escapó
a México. Era un fogoso caballero, que se vestía de seda, portaba armas, andaba
a caballo y no desdeñaba acostarse en el catre de las indias ni en el lecho de
las damas españolas.
En México aprendió el idioma indígena y
consiguió que los indios le vendieran cochinilla, insecto que produce tinte
carmín. En Europa era mercadería muy bien cotizada y Treviño se volvió muy
rico.
En 1623, en España, su madre, bajo tortura, lo
delató como judaizante. Treviño fue arrestado en México. Afirmó que era
“cristiano viejo” por su padre, pero su madre era “cristiana nueva” y le había
enseñado rituales judíos. Pudo salir libre y continuó como fogoso amante y al
mismo tiempo, dirigente de los judíos ocultos de México.
Treviño se auto circuncidó. Comentó profesora
Mostovich – como detalle al margen muy novedoso - que la circuncisión que
hacían los criptojudíos era parcial (con una piedra bien afilada).
En 1629 se casó con María Gómez, descendiente
de conversos. Según el expediente de la Inquisición a la boda asistieron
convidados de “su caduca ley” y, en su casa, celebró la boda judía. Dejó de tener
amoríos, tuvieron dos hijos. Los educaron como judíos, y al mismo tiempo los
llevaban a la iglesia, para guardar las apariencias.
EN 1644 fue detenido nuevamente. Treviño
declaró que era judío y quería morir como tal, ofrendando su vida en “Kidush Hashem”
(para santificar el nombre del Señor).
Murió quemado vivo, el 11 de abril de 1649. Los
relatos cuentan que, moviendo las brasas con los pies, gritó: “Echen más leña,
que mi dinero me cuesta".
Para cerrar, el Dr. Mario E. Cohen
señaló a través de estos dos ejemplos, la increíble vitalidad de criptojudaísmo
americano, un siglo y medio después de haberse prohibido el judaísmo en los
territorios ibéricos.
Se puede
volver a ver toda la actividad en YouTube: