8 de marzo: Día internacional de la Mujer. Por Susana Grimberg

“No vemos las cosas como son realmente, sino que más bien las vemos como somos nosotros”.               Anaïs Nin

 

No podía no referirme al Día Internacional de la mujer porque provengo de grandes mujeres, trabajadoras, investigadoras y muy afectuosas.

De todas maneras, siempre me pregunté por qué un día dedicado a la mujer y por qué no, un día dedicado al hombre. Y me respondí que cada uno de los días podría ser el día de festejar la existencia de cada uno, esa salida a la vida que significa existir. Sin embargo, es necesario recordar cuál fue el motivo por el que el 8 de marzo se instauró como día internacional de la mujer.

El 8 de marzo de 1908, un suceso transcendental, marcó la historia del trabajo y la lucha sindical en el mundo entero: 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo. El motivo se debía a la búsqueda de una reducción de jornada laboral a 10 horas, un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades y las malas condiciones de trabajo que padecían. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. Sin embargo, el resultado fue la muerte de las obreras que se encontraban en el interior de la fábrica. Ese mismo año, el 3 de mayo, se realizó un acto por el día de la mujer en Chicago, preámbulo para que el 28 de febrero de 1909, en Nueva York, se conmemore por primera vez el “Día Nacional de la Mujer”.

Con este antecedente, un año después, en 1910, se desarrolló la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, en la capital danesa, Copenhague. El tema central fue el sufragio universal para todas las mujeres y, por moción Clara Zetkin, líder del “levantamiento de las 20.000”, se proclamó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a las mujeres caídas en la huelga de 1908. Huelga-mujeres-Estados-Unidos-trabajadoras-protesta.

                        El Levantamiento de las 20.000

Hace más de 100 años, las trabajadoras textiles de la ciudad de New York, más precisamente el 22 de noviembre de 1909, en un mitin en el Cooper Union, una joven de 23 años, Clara Lemlich, judía ucraniana, se subió al estrado y llamó a  una huelga general y el 23 de noviembre de 1909 se produjo el Levantamiento de las 20.000, la mayor huelga promovida por mujeres en Estados Unidos hasta ese día. La huelga duró 11 semanas y movilizó á a unas 40.000 personas, el 70% mujeres, la gran mayoría jóvenes de origen judío emigradas de Europa oriental. Las mujeres de la industria textil trabajaban en fábricas, talleres y en sus hogares del Lower East Side bajo condiciones terribles: sueldos de miseria (los hombres cobraban el doble), jornadas interminables de hasta 75 horas semanales, casi sin condiciones de seguridad y salubridad además de acosos y humillaciones de todo tipo.

Sin embargo, recién en 1977, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decidió que el 8 de marzo fuera el Día Internacional de la Mujer.

El lugar de la mujer según el Talmud

Como la primera mujer en organizar la huelga de las 20000 era judía, decidí estudiar qué se dice respecto de la mujer en el Talmud, obra de jurisprudencia que data del siglo IV de la era actual y recoge la transmisión oral de nueve siglos anteriores y que consta de seis partes (sedarim) divididas en 63 tratados, uno de los cuales está referida a la Mujer: “Nashim”.

El casamiento, el divorcio y temas como la menstruación, los cuidados durante el parto, las relaciones sexuales, la importancia de que el hombre satisfaga a su mujer (que ella obtenga placer) y otros temas, ubican al Talmud como uno de los libros más avanzados en cuanto a la sexualidad, el goce y la protección de la mujer.

         

En realidad, el Talmud es una obra escrita por hombres, cuya lectura no estaba prohibida para las mujeres, aunque sí desaconsejada. ¿Por qué? Porque al ser escrita por hombres, se refiere a lo que los hombres hablan entre sí sobre las mujeres que ocupan un lugar central. A su vez, lo que acabo de decir, fue desarrollada por el psicoanalista Gerard Haddad en su libro “Las fuentes talmúdicas del psicoanálisis” que sugiero leer.

En otras palabras, podríamos decir que se trata de una mirada masculina que revela la extrañeza o desconcierto que en el hombre despierta una mujer.

En el Génesis, fue la mujer la que inauguró el discurso de la ciencia, pues fue ella, Eva, la que tentó a Adán para que probaran del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Esto tuvo sus consecuencias, pues no fueron expulsados del Paraíso por haber tenido relaciones sexuales dado que Dios mismo les había dicho "Creced y multiplicaos", sino por haber probado del árbol del conocimiento del bien y del mal y que, por haber sido prohibido, fue deseado. Quizás, también, por haber "conocido, sabido y saboreado", la diferencia sexual.

El tema de la Creación también da para tratarlo en forma más detallada, porque permitiría ubicar unas cuantas cuestiones, como "No es bueno que el hombre este solo" (los rabinos se casan), "Un hombre soltero no es un hombre en el pleno sentido de la palabra" (Proverbios), "Quien ha encontrado a una mujer, ha encontrado un bien" (Berajot).

En el Talmud encontramos también, que "la mujer prefiere pobreza con amor que riqueza sin amor", porque como dijo Jacques Lacan, la satisfacción no se alcanza por la vía de los objetos sino por la de las palabras.

Son muy pertinentes las palabras que Jaime Barylko escribió para Comunidades. Periódico judío independiente: "Hay tantas (mujeres) en la Biblia que deberíamos escribir otra Biblia, la femenina, para que vea cuán progresista fuimos desde las más remotas antigüedades. Las mujeres, estrictamente, hicieron la Historia. Los hombres, de vanidosos, no más, se limitaron a firmarla".

                                      Purim

Hoy, tenemos la coincidencia con la festividad de Purim, fiesta judía, celebrada en conmemoración del milagro relatado en el Libro de Ester en el que el pueblo judío, mediante la intervención de una joven judía llamada Ester, que ocultaba sus orígenes judíos, logró sobrevivir a un intento de ser aniquilada bajo el mandato del rey persa Asuero.

El Libro de Ester narra cómo el rey Asuero de Persia, en lugar de matar a todos los judíos de su reino, como le había pedido su ministro Amán, da muerte a Amán, a sus diez hijos y los enemigos de los judíos en todo el imperio.

A pesar de que Purim es considerado uno de los días más alegres del calendario hebreo, los judíos tienen la obligación de ayunar y orar en la víspera, en recuerdo de los judíos persas que ayunaron ante el inminente conflicto que podría haberlos llevado a su exterminio.

En Purim se lee en voz alta el Libro de Ester (en hebreo מְגִילַת אֶסְתֵּר, Meguilat Ester); quienes escuchan, especialmente los niños, intervienen con matracas y hacen ruido cuando se pronuncia el nombre de Amán.

Tras el ayuno, se hace un gran banquete en el que se acostumbra a beber vino y recitar cánticos. Entre otros, suele recitarse la plegaria Shoshanat Ya'akov, que ha sido grabada por muchos cantantes judíos de Israel y la diáspora judía. Asimismo, es obligación enviar regalos a los amigos (en hebreo: משלוח מנות) (transliterado: Mishloach manot) y dar limosna a los pobres (en hebreo: מתנות לאביונים, Matanot La'evionîm). También se acostumbra a disfrazar a los niños pequeños.

La fiesta de Purim ha sido siempre muy apreciada por el judaísmo; algunos han argumentado que cuando se olviden todas las obras proféticas y hagiográficas, el Libro de Esther todavía será recordado, y por lo tanto la festividad de Purim seguirá siendo observada.​

 

Del mismo modo que Janucá, Purim tiene un carácter más social que religioso, y su condición de festividad tiene un nivel menor al de las de la Torá. Por lo tanto, las transacciones de negocios e incluso el trabajo manual se permiten en Purim, aunque en algunos lugares se impusieron restricciones sobre el trabajo.6​ Una oración especial ("Al ha-Nissim" - "Por los milagros") se inserta en la Amidá durante el servicio de la noche, por la mañana y por la tarde, y está incluida en el Birkat Hamazón ("Bendición después de las comidas").

           Reflexiones sobre la violencia suscitada en el 8 M

En la Segunda Guerra Mundial, el llamado para alistarse en el ejército, se hizo mayormente por la radio. No debemos olvidar que hubo una generación completa que se manejó, durante años, con ese medio, que entendía el mensaje y que estaba preparada para escuchar.   

En los últimos tiempos, la gente ha sido preparada más para ver que para escuchar, siendo que escuchar al otro es esencial.    

Es que hasta podríamos decir que las reacciones vistas en el 8 M, dan cuenta del rechazo a toda cultura, palabra que proviene de culto, tomada del latín “cultivar, cuidar, practicar, honrar”. Por otra parte, en estos días en los que parece no haber otra cosa que lo actual, las mujeres que eligieron salir a los gritos, despreciando al hombre que podía haber sido el hijo de una de ellas, lo hicieron para, sin saberlo, no dar lugar a la reflexión.

Similar a lo referido con el lenguaje inclusivo como si el hecho de escribir la x en vez de la autoritaria “o”, se iba a terminar con el autoritarismo.  

      Las mujeres como directoras de cine

En realidad, hay que considerar que la última gran rebelión social, en el occidente democrático, viene siendo protagonizada por las mujeres: desde la igualdad de derechos y la revolución sexual, hasta la incorporación al mercado laboral además del acceso a los centros de decisión tanto políticos como económicos. El cine da cuenta de esto.

Entre las 100 mejores películas dirigidas por mujeres y sin seguir un orden cronológico, están: 1)       “Algo para recordar” de Nora Ephron (1993),  2)        “Chocolat” de Claire Denis (1988), 3)    “María Antonieta” de Sofia Coppola (2006), 4)     “Días extraños” de Kathryn Bigelow (1995), 5) “India Song” de Marguerite Duras (1975),  6)       “Buscando a Susan” de Susan Seidelman (1985), 7)     “Bright Star” de Jane Campion (2009), 8)        “Los chicos están bien” de Lisa Cholodenko (2010), 9)      “Los viajeros de la noche” de Kathryn Bigelow (1987), 10) “American Honey” de Andrea Arnold (2016), 11)        “Boys Don’t Cry” de Kimberly Peirce (1999), 12)        “Matrix” de Lana and Lilly Wachowski (1999), 13)     “El portero de noche” de Liliana Cavani (1974), 14) “La felicidad” de Agnès Varda (1965),  15)       “American Psycho” de Mary Harron (2000), 16)  Pascualino Siete Bellezas de Lina Wertmüller (1975), 17)          “Lost in Translation” de Sofia Coppola (2003) y 18)    “El piano” de Jane Campion (1993).

Para finalizar, voy a tomar este pensamiento de Simone de Beavoir (1908-1986):

“No creo en el eterno femenino, una esencia de mujer, algo místico. La mujer no nace, se hace”.

También con esta reflexión del novelista judío estadounidense Henry Miller (1891-1980):

“Si nos volvemos hacia una realidad más grande, es una mujer quien nos tendrá que enseñar el camino. La hegemonía del macho ha llegado a su fin. Ha perdido contacto con la tierra”.


Por Susana Grimberg. Psicoanalista, escritora, ensayista y columnista