El “Schlinder boliviano”: lo tildaron de villano, pero se descubrió que salvó a 20.000 judíos del nazismo

El empresario alemán Mauricio Holchschild fue uno de los “barones del estaño”. Es una de las figuras más despreciadas de la historia de Bolivia. Dos periodistas rescataron su increíble vida en un libro publicado en Argentina.

La historia oficial lo considera un “monstruo” y uno de los grandes responsables de la pobreza de Bolivia. Pero es una visión sesgada por las luchas ideológicas de la época. Dos periodistas bolivianos descubrieron que el empresario alemán Mauricio Hochschild, uno de los “barones del estaño” que dominaron la minería del país hasta mediados del siglo XX, salvó a 20.000 judíos de las garras del nazismo.

Su vida, con sus contradictorios matices, fue contada en el libro “Escape a los Andes, la historia de Mauricio Hochschild, el Schlinder de Bolivia” (editorial Aguilar) de los periodistas y escritores bolivianos Raúl Peñaranda y Robert Brockmann.

El libro acaba de publicarse en la Argentina, donde terminaron emigrando muchos de los judíos que salvó de los campos de exterminio nazis.

Quién fue Mauricio Hochschild, el “Schlinder boliviano”

Moritz Hochschild, más conocido como Mauricio Hochschild, fue un empresario alemán de origen judío que emigró a Bolivia en 1921. En menos de una década se convirtió en uno de los hombres más ricos de Bolivia y en uno de los tres “barones del estaño” que dominaron la industria minera del país hasta la revolución nacionalista de 1952.

“Tuvo mucho poder económico y político. Fue un personaje muy influyente. Era un empresario muy poderoso y rico. Tras la revolución liderada por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), la historia lo consideró un villano sin matices”, contó a TN Raúl Peñaranda, director del portal Brújula Digital y uno de los autores de la investigación.

Hochschild fue el perfecto “chivo expiatorio” de la histórica revolución boliviana que nacionalizó las empresas mineras, entre ellas las del empresario alemán, que debió salir del país. Falleció en 1965 en París.

“Se lo retrató como un ser monstruoso. La revolución buscaba enemigos para echarle la culpa del atraso y la pobreza de Bolivia y se lo pintó como una persona sin matices, malvado, explotador. Además, era extranjero y judío y el MNR tenía un aire antisemita. Era el enemigo perfecto”, dijo a TN Robert Brockmann.

La revolución lo acusó de expoliar las riquezas mineras y de explotar a los trabajadores. En tanto, en la intimidad, fue conocido por ser un hombre duro, que no tenía amigos, cargaba dos divorcios y llegó a desheredar a su único hijo.

“Solo se sabían las sombras y nosotros descubrimos las luces”, dijo Peñaranda.

Cómo hizo Mauricio Hochschild para salvar a 20.000 judíos de las garras del nazismo

Hochschild tenía otra cara que estuvo oculta durante décadas. Peñaranda y Brockmann comenzaron a investigar cada uno por su cuenta y finalmente se unieron para escribir una historia fascinante. Bucearon en viejos documentos y hurgaron en archivos de entidades judías y del Museo de la Minería. Allí, los archivistas hallaron y preservaron cartas y documentación olvidada que parecía estar destinada a la basura. Esa fue una fuente clave para reconstruir la historia.

A mediados de los años 30, el empresario tenía una profunda relación con el joven presidente boliviano Germán Busch, también de origen alemán. “Hochschild lo convenció de abrir Bolivia a la llegada de refugiados judíos y financió el viaje con su propio dinero o ayudó a recaudar fondos en entidades judías”, dijo Peñaranda.

Eran tiempos en que el mundo se cerraba a la llegada de refugiados judíos. Primero trajo a su familia, con la única excepción de una tía que prefirió quedarse en Alemania y murió en un campo de exterminio. Entre 1938 y principios de 1940, costeó o ayudó a recaudar fondos para el viaje de unos 12.000 judíos de varios países de Europa. Al principio llegaban a la Argentina, pero cuando el país cerró sus puertas a los refugiados los llevó a Bolivia.

“Llegaban en barco hasta el puerto de Arica, en el norte de Chile, y desde allí les pagaba el ómnibus hasta La Paz. Además, les ayudaba para que comenzaran una nueva vida”, contó Peñaranda.

Los refugiados judíos siguieron llegando incluso después de la guerra. “Otros 8000 arribaron a Bolivia tras el conflicto. Era gente que salía de los campos de exterminio, sin tener donde ir”, agregó.

Muchos de estos refugiados se fueron con el tiempo a la Argentina. “Muy pocos permanecieron en Bolivia, que fue un país de paso. Hoy la comunidad judía boliviana es muy pequeña, de algunos centenares de personas”, dijo Peñaranda.

Para Brockmann, Holchschild fue “una persona sumamente compleja. Todas las personas cercanas terminaron muy peleadas con él. Nunca mostraba ningún signo de afecto. Su primera palabra era trabajar”, dijo.

Incluso, su estrecha relación con el presidente Busch tuvo sus altibajos. Hochschild estuvo detenido por cuestionar un decreto que perjudicaba a sus empresas. Estuvo condenado a muerte, pero finalmente fue perdonado. Más tarde, en 1944, la policía lo secuestró y fue salvado por la presión de Washington porque era un empresario muy importante para la provisión de estaño, un metal vital en tiempos de guerra.

“La historiografía boliviana no se ha movido ni un milímetro desde 1952. Al Estado no le interesan estas cosas. Está más interesado en la ideología. No tengo ninguna esperanza de que este libro ni cualquier otro vaya a cambiar la historiografía oficial”, concluyó.

Fuente: TN