Año Nuevo Hebreo: mucho más que manzanas y miel. Por Mario Eduardo Cohen

Con el encendido de las velas, la aparición de las primeras estrellas  y la luna nueva, este viernes 15 de septiembre al anochecer comienza el año nuevo hebreo 5784. De acuerdo a la tradición hebrea el mundo fue creado en esta época del año y la primera pareja humana nació en estos días. En síntesis, se podría hablar de una especie de Gran Cumpleaños del Universo.

Se pregunta la tradición judía por qué todos descendemos  de una sola pareja humana. Se contesta que fue intención del Creador es no generar diferencias en el origen y para que nadie pueda decir que desciende de una raza superior a otra.

En cada  nuevo año se pretende que renazca  de un ser humano renovado. Son días de regocijo y la vez reflexión, de recordación, de juicio y mejoramiento moral. Predomina un sabor “agridulce”.

En esta época, los judíos debemos recordar al Creador, no debemos olvidar quiénes somos y cuál es nuestra responsabilidad como personas y como pueblo en este mundo, recordar nuestro compromiso con el prójimo y con el necesitado, recordar a la justicia. Son jornadas destinadas a la introspección, al olvido de los agravios sufridos y a una auténtica y profunda reconciliación. La consigna es perdonar y personarse.  De allí su sabor agridulce.

En lo profundo las Altas Fiestas judías (el Rosh Hashaná y el Iom Kipur) recuerdan el tiempo de la Creación, y se relacionan con la idea de juicio ético. Nos proponen un balance del mayor capital que tiene cada ser humano: la vida.

Seguramente que lector querrá conocer la festividad del año nuevo hebreo por dentro. Encontramos  elementos distintivos tanto en la mesa hogareña (por dos noches) como en la sinagoga. Básicamente, se trata en la mesa familiar de tener elementos que representan endulzar la vida en el año que se inicia. Así, el pan, que habitualmente se unta en sal, en esta ocasión es untado en azúcar. A su vez, la manzana es también sumergida en azúcar o miel. Es el modo de expresar: "¡Que sea un buen año, pleno de dulzura!"

Es una festividad en la que, por supuesto, es también activa la presencia de la grey judía en la sinagoga en servicios matutinos y vespertinos. En ésta, predomina en la ocasión el color blanco en tanto símbolo de la pureza. Todos los adornos de los Rollos de la Torá se hallan revestidos de ese color para Rosh Hashaná.

Para terminar, corresponde señalar que uno de los problemas de nuestra época es el exagerado individualismo y la falta de solidaridad.  El Papa llama caracteriza a nuestros días como la “globalización de la indiferencia”. Últimamente pensadores como Lipovetsky, Bourdieu y Dubet lo acaban de señalar enfáticamente. En toda la historia humana nunca hubo una diferencia económica tan grande entre los ultra ricos y los extremadamente pobres que padecen hambre y mueren por enfermedades que se pueden prevenir. En este presente donde prevalecen el mencionado individualismo, el egoísmo, la egolatría y la falta de solidaridad se levanta el pensamiento ético a favor de nuestros semejantes representado por las Altas Fiestas Judías.

Y si el estimado lector quiere saludar a sus amigos judíos puede simplemente decirles: Shaná Tová (en hebreo), A Guit Iur (en idish) o Aniada Buena (en judeoespañol). O bien, dígalo en español: ¡Buen Año!

Por Mario Eduardo Cohen, presidente del Centro de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí, CIDICSEF