"Y asà es como innumerables pueblos y naciones
poderosas llegarán a Jerusalén, para adorar al Dios de los ejércitos y pedirle apoyos"
ZacarÃas 8:22
Lo último que me imaginé en estos dÃas de
Sucot era, que escribirÃa acerca de la actitud de grupos de personas que usan
las ropas de los ultra religiosos judÃos para molestar y faltar el respeto a
los peregrinos que han llegado a la ciudad de Jerusalén.
Cierto, en la historia hubo momentos en los
que realmente existió hostilidad entre judÃos y cristianos, pero hoy vivimos en
un mundo diferente y quien ofende a otra persona del credo que sea, no puede
identificarse como judÃo, porque trasgrede, pese a sus ropas exteriores
pertenecientes a uno de los grupos de la ortodoxia judÃa a las normas de la
religión.
No son los primeros que se visten como judÃos
ultraortodoxos pero no lo son, porque transgreden
muchos de los principios básicos de nuestra fe entre ellos el respeto a todo
ser creado a Imagen. No merecen ser llamados judÃos religiosos porque no pueden
serlo si se comportan asÃ.
El cristianismo ha cambiado. La realidad de
nuestras vidas también se ha transformado hasta ser irreconocible para quienes
no tuvieron la suerte de ver la realidad. Ya no estamos dispersos entre las
naciones. Los judÃos que residen fuera de Israel decidieron libremente estar en
la ajenidad. Nadie les obliga a quedarse allÃ. Los judÃos dejamos de ser
miserables y perseguidos.
Escupir a una persona, es un arma de los
débiles y de los pobres de espÃritu, de los incultos y malcriados. No debemos
dudar un instante en condenarlos y apartarlos de nuestra presencia.
Como pueblo soberano en un Estado judÃo, está
claro que nuestra actitud hacia los demás, y especialmente hacia las minorÃas
que viven entre nosotros, debe ser diferente. Debemos comportarnos con
amabilidad, gentileza, hermandad y munificencia a todos y a cada uno de ellos,
y no desde el recuerdo de tragedias pasadas.
Hay clérigos cristianos con los que tenemos un
lenguaje común, son compañeros en la lucha contra el paganismo y a favor de los
derechos humanos. Son solidarios con nuestras disputas y condenan a quienes nos
hacen daño.
Ellos y sus compañeros, recorrieron un largo
camino para reconciliarse con nosotros y pedir perdón por lo que sus
antepasados hicieran a los nuestros.
Allà donde los groseros judÃos escupen,
debemos dar un abrazo al otro, y decir en voz alta: ¡a pesar de las diferencias
y las disputas, la dignidad del ser humano es preciosa para nosotros! Y no sólo
esto, sino que hoy tenemos desafÃos comunes y podemos unirnos con ellos por los
objetivos comunes.
El rabino Shmuel Eliezer Rayner uno de los
lÃderes y fundadores de la Yeshivá Maalé Guilboa nos obliga a recordar que la
única y exclusiva orden de dar un escupitajo, Yeriká es el que da una
joven viuda que recibe la orden de escupir al hermano de su marido que se niega
a tomarla como esposa y procrear un ser dentro de la familia de su hermano. Y
no es necesario comentar más.
Quien confunde el objeto del salivazo, no
ofende al otro, afrenta e injuria a sà mismo, a su familia y a todo el pueblo
de Israel.