De manera telefónica, voluntarios de AMIA asisten a adultos mayores para acompañarlos en los días de cuarentena

El aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto por el Poder Ejecutivo para contener el avance de la pandemia por COVID-19, trazó un escenario de incertidumbre y temor. Pero también mostró el aspecto solidario de la sociedad.


El área de Voluntariado, que depende del departamento de Programas Sociales de AMIA, fue uno de los tantos ámbitos en los que el altruismo y el interés por cooperar en este difícil momento se pudieron canalizar a través de diferentes proyectos.

Bajo la coordinación de Eliana Epelbaum y supervisión de Fanny Kohon, el área adaptó rápidamente su actividad ni bien se declaró el aislamiento interpersonal.

“La situación que estamos viviendo trajo nuevas problemáticas para todos, pero especialmente para las personas mayores”, advierte Epelbaum. “Esto se debe no solo por sus condiciones físicas, sino porque quedan separadas del resto de las personas con las que hacían sus actividades cotidianas”.

Ante este nuevo contexto, el área de Voluntariado decidió adaptar el Programa Lebaker, una iniciativa que funciona desde hace muchos años en AMIA, y que consiste en brindar acompañamiento domiciliario a personas que tienen disminución en alguno de sus sentidos o movilidad, o que no tienen una red social de pertenencia.

“Reconvertimos el programa y generamos con nuestros voluntarios una red de apoyo para comenzar a brindar acompañamiento de manera telefónica a los adultos mayores”, detalla la coordinadora. “La tarea es sencilla pero esencial. Se realiza un contacto telefónico diario o cada dos días, con una duración de diez minutos, con el objetivo de establecer un vínculo directo que ayude a alentar, motivar, acompañar y también prevenir situaciones de riesgo derivadas del aislamiento y la soledad”, explica Epelbaum.

De manera telefónica o a través de video llamadas, la coordinación del voluntariado se ocupa de estar en contacto permanente con los propios voluntarios. Se los acompaña en este proceso y se los asesora para brindar siempre la respuesta adecuada ante cada necesidad.

“Nos proponemos que, mediante la labor de los voluntarios, y gracias al tiempo y compromiso que dedican, logren minimizar el impacto social del aislamiento que viven los adultos mayores de nuestra comunidad. El acompañamiento telefónico es un recurso de mucho valor y apoyo afectivo en estos tiempos”, concluyó la coordinadora del área.

Empatía y poder de escucha

AMIA cuenta con 120 voluntarios, de entre 18 y 95 años, que participan de diversas propuestas de la institución, que son elegidos por su experiencia, capacidad empática, escucha activa, pensamiento positivo, y actitud contenedora para afrontar y acompañar a quienes más necesitan de su apoyo.

“El aislamiento social es una medida de cuidado colectivo. No implica una reclusión o encierro en soledad, sino que invita a generar nuevas modalidades de encuentro, que no sean a partir del contacto físico. Desde el voluntariado de AMIA lo vemos como una gran oportunidad. Creemos que siempre tenemos una solución para cada problema, una sonrisa para cada lágrima y un abrazo, aunque sea virtual para cada tristeza”, expresa Eliana Epelbaum. “Éste es un momento excepcional y a nosotros nos exige un poco más: desactivar pilotos automáticos y animarnos a ensayar otros formatos y modo de ser voluntarios,” remarca.

Para conocer más sobre las actividades de Voluntariado, los interesados pueden comunicarse al teléfono 4959-8899 o escribir a voluntariado@amia.org.ar.