Ayer, en Israel,
se dio uno de los peores resultados electorales que se podÃan esperar. En el
marco de una elección caracterizada por el “pro- Bibi” y “anti- Bibi”, poca
gente fue a votar. Casi la misma cantidad que en 2009. Podrá aducirse que justo
ayer vino el Hamsin ( viento caluroso del desierto), ciertos temores sobre la
pandemia ya casi controlada en Israel, pero lo que primó fue la apatÃa, la
indiferencia y el igual “ nada va a cambiar “.
Computados los
votos hasta el momento, nadie prevee un cambio dramático que vuelque el
resultado para un lado u otro. A lo
sumo, el partido Yemina podrÃa llegar a oscilar pero todo indicarÃa que si se
forma una coalición de gobierno serÃa un ente débil de no más de 62 o 63
escaños. Es más; por primera vez un partido árabe- Raam- podrÃa definir el
vuelco hacia un lado u otro. Es un
partido polÃtico islamista que reconoció que con Netaniahu hubo mejoras
globales para los árabes- israelÃes.¿ Se transformará eso en un apoyo a Netaniahu
¿. De ser asà quizás algún partido de la
derecha nacionalista israelà podrÃa abandonar el apoyo a Netaniahu.
Si estas
elecciones demuestran algo, es que la sociedad Israelà esta profundamente
polarizada y que Netaniahu esta cosechando lo que sembró: la división de la
centro derecha y derecha por apetitos
gubernamentales interminables. Ensamblar esas piezas le resultará ahora muy
caro. Netaniahu podrÃa haberse transformado en el más de “izquierda” en una coalición de derecha
religiosa y nacionalista. Por otro lado, si ganó las elecciones para premier es
porque a pesar de todas las acusaciones aún no del todo probadas o juzgadas, ha
tenido una estatura de liderazgo internacional que ningún otro lÃder israelà ha
podido hacerle sombra. Sin embargo, es notable como se le evaporaron los logros
de su gobierno en la lucha exitosa contra el
Covid- reconocida mundialmente- y los acuerdos de Paz de Abraham. Dos elementos notables que no movieron la
aguja electoral.
Asi las cosas y
viendo el mapa electoral, queda claro ya que no hay un Israel sino dos
Israel. Hay un Israel que privilegia el
judaismo sobre el israelÃesmo y una
Israel más laica que privilegia el israelÃsmo sobre el judaÃsmo cualquiera haya
sido su nivel de observancia. Esta grieta pone en peligro a Israel y le da
poder a los partidos árabes radicalizados.
El sistema
polÃtico israelà necesita cambios que viene esquivando desde hace tiempo: No
pueden haber tantos partidos polÃticos porque eso le da poder a los más
pequeños para condicionar a los que triunfan.
Y eso no es estar contra la pluralidad sino buscar el sentido común.
Debe haber un partido de derecha; otro partido religioso nacional; otro
ultraortodoxo; un partido socialista; uno centrista y otro árabe. No hay lugar para más. Pero mientras
persistan los deseos de un lado y del otro de privilegiar los personalismos,
esto no se va a poder lograr.
Una Israel; dos
Israel. Cuantas más