Se vislumbra nuevo gobierno en Israel que pondría fin a la era Netanyahu

 Si no fuera porque en la política israelí unos pocos días pueden ser de hecho  una eternidad, el título de esta nota sería: “Se forma nuevo gobierno en Israel y con ello termina la era Netanyahu”. Pero conociendo la dinámica en el terreno y  las presiones que el Primer Ministro Biniamin Netanyahu aún ejercerá en varias direcciones para intentar impedirlo, seremos más cautelosos.  Dado que el gobierno aún no ha sido presentado ni anunciado formalmente, optamos por aguardar a que preste juramento ante la Kneset, Parlamento, para darlo como hecho.

Pero aún siendo cuidadosos de no apresurarnos, no podemos evitar contar que en el momento de escribir estas líneas, domingo de noche en Israel, todo indica que la situación política actual conduce a eso: por primera vez en 12 años, parece estar por formarse un nuevo gobierno en Israel sin Biniamin Netanyahu como Primer Ministro.

Eso quedó en claro al anunciar el jefe del partido Yemina Naftali Bennett que “actuaré con todas mis fuerzas para formar un gobierno con mi amigo Yair Lapid”. Fue la primera vez que lo dijo explícitamente ante las cámaras, en vivo, en un comunicado especial a la nación. Según él, las opciones eran hacer posible este gobierno de cambio o ir a quintas elecciones, afirmando que Netanyahu no dice la verdad al alegar que sí existe la opción de un gobierno de derecha, algo que hasta ahora no logró formar.

Los próximos pasos

Ya este domingo volvían a reunirse los equipos negociadores de Yesh Atid-el partido de Yair Lapid, el jefe de la oposición- y de Yemina, el partido de Bennett , para avanzar en los acuerdos de coalición.

Lapid, que recibió hace ya casi cuatro semanas de manos del Presidente Rivlin el mandato para intentar formar gobierno, tiene tiempo hasta este miércoles 2 de junio para hacerlo y avisarle que lo ha logrado. Desde el momento en que lo haga, que puede ser antes del miércoles por cierto, tiene una semana para presentar el nuevo gobierno ante la Kneset, Parlamento. Y la gran pregunta es si el oficialismo actual logrará hacer alguna maniobra o ejercer presiones tales que tengan como resultado convencer a algunos de los diputados de derecha que están en la oposición, a no votar por el nuevo gobierno, que el Primer Ministro presenta claramente como un peligro para Israel.

Un gobierno sin precedentes 

Si se confirma el gobierno del que se está hablando, si realmente se convierte en realidad, será probablemente el más original en la historia de Israel.

Ante todo, aunque el partido mayoritario en ese bloque es Yesh Atid de Yair Lapid con 17 escaños, en la rotación de la que se habla entre Lapid y Bennett, será el jefe de Yemina el primero en ocupar el cargo, aunque tiene solamente 7 escaños, de los cuales al menos uno ya anunció que no dará su voto al nuevo gobierno.

 Ya ha habido gobiernos de unidad nacional que incluyeron al laborismo y al Likud , como durante la Guerra de los Seis Días en 1967 y muchos años después, el gobierno en el que Itzjak Shamir del Likud y Shimon Peres de Avodá rotaron en el poder.

Pero esto es otra cosa. Aquí convivirían el centrista Yesh Atid de Lapid y el muy similar Kajol Lavan de Beni Gantz con el partido laborista de Merav Mijaeli y la izquierda sionista Meretz de Nitzan Horowitz, junto a Tikva Jadasha de Gideon Saar-hasta hace unos meses miembro del Likud, y considerado de posturas ideológica sa la derecha de su ex partido-Israel Beiteinu de Avigdor Liberman, considerado derecha secular, residente en un asentamiento, y dos partidos árabes, la Lista Conjunta y Raam, este último de tendencia islamista, que había negociado muy en serio la opción de sumarse a Netanyahu.

Yair Lapid con la jefa del partido laborista Merav Mijaeli

 

Este último es precisamente un elemento a destacar sobre el gobierno que se está formando: la cooperación entre Yemina, derecha nacionalista, con un partido árabe, Raam, que al parecer daría su apoyo a la nueva coalición.

Esto, justamente en una época de tensión interna entre judíos y árabes a raíz de los disturbios de las últimas semanas, es un auténtico mensaje sobre la necesidad de salvar distancias y tratar de recomponer lo dañado.

Yair Lapid con Mansur Abbas, jefe del partido islamista Raam

 

El contexto

Es  imperioso poner las cosas en contexto y explicar quiénes son los protagonistas de la historia.

El 23 de marzo, la ciudadanía israelí fue a las urnas por cuarta vez en menos de dos años, y eligió la nueva Kneset (Parlamento) en la que nuevamente el bloque favorable a Netanyahu no fue el mayoritario. Si bien el partido Likud de Netanyahu emergió nuevamente como el partido más grande de Israel, con 30 escaños, en el sistema político israelí lo que cuenta es formar un bloque mayoritario que cuente con la aprobación del parlamento como coalición de gobierno. Y eso Netanyahu, nuevamente, no lo consiguió.

Cuando las delegaciones de todos los partidos electos se reunieron con el Presidente del Estado, según lo estipulado por ley, para recomendar a quién quieren ver al frente del gobierno, más diputados electos recomendaron a Netanyahu que al jefe de la oposición Yair Lapid, debido a lo heterogéneo de la oposición. Es por ello que el Presidente encomendó a Netanyahu intentar formar coalición, pero no logró asociar más diputados a su bloque básico de 52 escaños (formados por los 30 del Likud, los 6 diputados del Sionismo Religioso, los 7 del partido ultraortodoxo Yahadut HaTorá y los 9 de SHAS).

Y aquí empezó el giro clave. El Presidente Rivlin pasó entonces el mandato de intentar formar gobierno, al jefe de la oposición Yair Lapid.

Yair Lapid entrando a Beit HaNasí , la residencia presidencial, al recibir el mandato (Foto GPO)

 

 

Su situación no era sencilla. Por un lado, estaba claro que 68 de los diputados electos, no eran parte del bloque Netanyahu. Pero por otro, eso no significa que automáticamente aprobarían un gobierno encabezado por él, por Lapid.

Esto derivaba en términos generales de la heterogeneidad del bloque opositor, una mezcla de derecha, izquierda, partidos árabes, religiosos y laicos, que no permitía vaticinar nada claro.

Una de las incógnitas centrales era cómo actuaría el partido Yemina de Naftali Bennett, una figura del sionismo religioso, identificado con los intereses del público residente en los asentamientos-aunque él mismo vive en la ciudad de Raanana-, que los representó como jefe del Consejo Yesha. Bennett, que trabajó como jefe de despacho de Netanyahu hace muchos años , tuvo varios choques políticos y crisis de desconfianza con él, y fue a las elecciones defendiendo claramente la necesidad de cambiar al gobierno.

Sin embargo, su ubicación clara dentro del mapa político israelí del lado derecho, hacía difícil pensar que se decidiría por el bloque opositor.

Hubo muchos altibajos y cambios en el camino. En determinado momento, durante la escalada provocada por los ataques de Hamas y a raíz de los disturbios árabes en ciudades mixtas, Bennett dijo que “el gobierno de cambio ya no es relevante”. Se pensó que Israel se encaminaba a nuevas elecciones, pero este domingo de noche, 30 de mayo, Bennett confirmó oficial y públicamente que decidió formar gobierno con Lapid. 

Si ello se concreta y no hay cambios, en pocos días terminará formalmente la era Netanyahu , si presta juramento el nuevo gobierno encabezado por Naftali Bennett y Yair Lapid.


Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai