Israel, puentes de unión en medio de discrepancias políticas

 Desde el asentamiento al kibutz

Escuchar los noticieros y leer los diarios en Israel en épocas de álgidas discusiones políticas, no hace bien a la salud. Por eso, es bueno encontrar a quienes están dispuestos a hablar con “el otro lado”, con quienes piensan distinto y se hallan en las antípodas ideológicamente. Eso incluye, claro, escucharlos. En realidad, no tiene por qué ser solamente para hablar de política y ver cómo discrepar en paz. Puede hasta desarrollarse una relación estrecha de gran amistad, a pesar de las diferencias.

Eso es lo que procura hacer siempre Pinjas Wallerstein, quien reside desde hace décadas en una comunidad judía en la zona de Biniamin, concretamente en Ofra, uno de los asentamientos más grandes de la zona. 

Pinjas Wallerstein (Foto: publicación del movimiento kibutziano)

 

Wallerstein, que fue durante décadas el Jefe del Consejo Regional Biniamin y varios años también el Director General del Consejo Yesha que representa a la población judía de Judea y Samaria, está ubicado claramente en la derecha del espectro político israelí. En Israel, cabe recordar, los términos derecha e izquierda se refieren más que nada a las posturas respecto al conflicto con los palestinos y cómo solucionarlo. Eso no le impide en absoluto, sin embargo, tener una estrecha relación con gente de kibutzim de izquierda.

Lo entrevistamos días atrás en relación al 25° aniversario del asesinato del Primer Ministro Itzjak Rabin, ya que por un lado Wallerstein se oponía fuertemente a su camino político en el proceso de Oslo y manifestó contra él, y por otro nos dijo que habría querido ver a su asesino condenado a pena de muerte. 

Aquí puedes leer la entrevista.

 

Y a continuación, el testimonio de Wallerstein sobre lo que es el tema central de la nota de hoy.

P: Pinjas, ya hemos hablado de su actividad pública al frente de la zona de Biniamin y en el Conseo Yesha, del que se retiró hace ya años. ¿Qué está haciendo hoy? 

R: Para responder tengo que recordar que cuando hace varios años Silvan Shalom fue Ministro de Desarrollo del Neguev y la Galilea, me nombró de asesor, y cuando él finalizó su cargo, yo seguí trabajando en eso pero en forma voluntaria, frente a la secretaría del movimiento kibutziano. Así, estoy en contacto directo y estrecho con comunidades lindantes con la Franja de Gaza y otras cerca de la frontera con el Líbano. Al principio hubo cierta renuencia, pero con el tiempo se desarrolló una relación sumamente cercana, un gran amor, entre alguien como yo llegando de un asentamiento, y kibutzim de izquierda, inclusive de Hashomer Hatzair.

P: Esto es alentador. ¿Qué es exactamente lo que hace?

R: Les ayudo en lo referente a la ampliación de la construcción en la comunidad, con mi experiencia traída de Judea y Samaria. Los acompaño en este proceso y logran afortunadamente grandes resultados. 

 

Wallerstein, en el terreno, en la época del Consejo Yesha, con mapas de la zona (Foto: Consejo Yesha)

 

P: ¿Cuál era el problema de fondo?

R: Te doy un ejemplo concreto. Cuando llegué al kibutz Najal Oz en este marco, pregunté cuándo había sido construida allí la última unidad de vivienda. Me dijeron que en 1986. Para mí, viniendo de un asentamiento, era terrible. Sé que las comunidades chicas, sean Manara o Misgav Am en la frontera con Líbano o las que se encuentran frente a Gaza, envejecen. Antes de la guerra del 2014 contra Hamas, en Najal Oz había 80 familias, incluyendo a los miembros fijos y a los que vivían allí en alquiler. Después de la guerra, 32 de esas familias no volvieron, incluyendo dos de los miembros de la secretaría del kibutz.

P: Algo así es un duro golpe…

R: Por supuesto. Desde entonces, a través de un marco cuyos detalles no importan para explicar lo esencial, logramos construir 32 unidades de vivienda nuevas y hoy están todas habitadas. Otras 24 están en construcción. Todo fue comprado por supuesto con dinero contante y sonante por las familias que las habitarán.

P: Usted habla en “nosotros”…sigue viviendo en Ofra y se siente parte también de ellos en Najal Oz.

R: Sin duda. Yo alquilé una vivienda allí para poder dormir 3 noches por semana en el lugar, y me quedé también cuando había cohetes. Y sí, me siento parte. Y lo que se logró allí me da mucha alegría. Lo mismo pasó en el kibutz Kfar Aza.

P: Por un lado algunas familias se fueron porque no podían soportar la vida en esas condiciones, bajo constante tensión y riesgo de cohetes, pero por otro, me contó Gadi Yarkoni, jefe del consejo regional Eshkol, una de las zonas lindantes con Gaza, que hay lista de espera en varias de sus comunidades de gente de otras partes del país que quiere radicarse  allí. Es que por un lado está la amenaza desde Gaza y por otro hay un fuerte sentimiento de comunidad, de mutua solidaridad.

R: Exacto. Yo conté de Najal Oz que no está en Eshkol sino en la región de Shaar HaNeguev, pero esto pasó también en el kibutz Kfar Aza, en Kerem Shalom, Sufa, Ein Hashlosha. Y también en la frontera con el Líbano. En el kibutz Manara el promedio de edad hace dos años era 81. Durantes 16 años no había allí jardín de infantes ni guardería. Este año no sólo que hay tanto jardín como guardería, sino que nacieron 10 bebés. 

En el kibutz Kerem Shalom

 

P: ¿Pero por qué se había llegado a una crisis tras la cual se empezó a subir? ¿Qué pasó?

R: Lo que pasó es que hasta los años 90 el Estado construía en los kibutzim y los moshavim. Desde entonces, dejó de hacerlo y pasó a dar facilidades,pero la iniciativa pasó a ser responsabilidad de las comunidades mismas. Y algo falló. Nosotros, en Judea y Samaria, aprendimos nuevos métodos para poder construir en nuestras comunidades. Por eso Silvan Shalom me dijo “hay que hacerlo también en el Neguev y la Galilea”. No tiene sentido explicar los detalles técnicos, es cuestión de saber maniobrar con las facilidades que el Estado da, de modo que se pueda aprovechar al máximo la posibilidad de construir. Y funcionó.

P: Y eso cambia las comunidades…

R: Por supuesto. Vuelvo al ejemplo del kibutz Najal Oz por la difícil situación en la que se hallaba. Como dije, en 32 de las 80 familias no volvían. No había jóvenes en el kibutz, un kibutz pionero, secular, que lidiaba con grandes dificultades. Se resolvió abrir allí un marco de mejiná, un año de estudios y trabajo comunitario de aporte a la sociedad que se hace antes del enrolamiento al ejército al servicio militar. Comenzó a funcionar después de la guerra. Ahora  hay 420 solicitudes para 21 lugares libres. Imagínate qué significa 21 jóvenes de 18 años en el kibutz. Todo el ambiente cambia. Hay con quién hablar,con quién bailar, hay alegrías, todo cambia. Todo el kibutz dedicó energías a esto. Y para mí fue un privilegio ser parte.

 

El plantel completo de la mejiná previa al ejército , en Najal Oz, 2017, que trajo alegría al kibutz (Foto:publicación del movimiento kibutziano)

 

P: Conecto con el tema original de esta entrevista. ¿Cree que parte de la motivación de ayudar a los kibutzim, que como dijo antes son en su mayoría gente de izquierda , está relacionada a la división interna que envolvió y sigue envolviendo todo el tema del asesinato de Rabin?

R: Por supuesto, sin duda que está relacionado. Mira, racionalmente, todos dicen que hace falta garantizar la unidad, pero a nivel emocional, cada uno se queda en su grupo. El desafío es cómo lograr pasar a lo emocional. Y yo debo darle el crédito a una persona de izquierda, el jefe del consejo regional de la Alta Galilea Aron Valensi. Inmediatamente después del asesinato de Rabin, él se contactó conmigo y dijo que era precisamente en ese momento que hay que estar juntos y se vino hasta Biniamin. Él debe ser felicitado por eso. Y organizamos encuentros . El primero fue en Jerusalem, llegaba un autobús de cada lado, siempre en la misma cantidad  de gente. Ya enseguida después del asesinato de Rabin, organizamos una marcha conjunta en pro de la unidad más allá de las discrepancias, muy simbólicamente dirigiéndonos hacia la plaza París…

Amigos. Wallerstein del asentamiento de Ofra y Aharon Valensi del Consejo regional Galilea norte, en Tel Hai.

 

P: Justamente donde hoy se llevan a cabo las manifestaciones de Balfour, la calle de la residencia del Primer Ministro. Muy simbólico.

R: Exacto.Pues organizamos diversos encuentros. Uno fue de docentes de Tanaj de allí y de aquí, otro un encuentro entre los equipos de  trabajo de los consejos regionales, luego foros de mujeres…y hoy nos une un muy profundo cariño. Cuando fue el día de Tel Hai, fui hacia allí para estar juntos en esa fecha. Luego fui a la zona lindante con Gaza, en parte también por lo que él había hecho conmigo.

P: O sea que es una conexión que empezó tras una situación dramática, y continúa en las buenas y en las malas.

R: Así es. Cuando fue la segunda guerra en Líbano, todo el equipo de emergencia de Biniamin estuvo con ellos en la Galilea, y cuando nosotros sufríamos constantes atentados terroristas, el equipo de Valensi se hacía presente en Biniamin. Tenían bien claro que cuando había una víctima entre nosotros, no era un muerto “de los colonos” sino de todo el pueblo de Israel.

P: Estas iniciativas son impresionantes. La directora de Educación del Centro Rabin me contó de otro marco de encuentro singular que los une al Museo de Gush Katif y el Rabino Kobi Borenshtein…y es tan alentador saber que esto ocurre.

R: Así es. Y quien tuvo la iniciativa que hizo posible esa conexión fue Uri Banki, el padre de Shira, la jovencita asesinada en la marcha de orgullo gay en Jerusalem. En el Consejo Yesha nosotros estamos en contacto con Uri Banki y con el fondo Gush Katif, y él se encargó de la conexión con el Centro Rabin.

P: Impresionante. Gracias por todo esto Pinjas. Es emocionante.

R: Gracias a ti por el interés.


Por Ana Jerozolimski
Fuente: Semanario Hebreo Jai